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La Historia de las Mujeres de Consuelo


Las mujeres de consuelo o mujeres de solaz son términos utilizados para describir a mujeres que fueron forzadas a prostituirse por Japón durante la segunda guerra mundial.

Durante la segunda guerra mundial, el gobierno imperial japonés ideó las llamadas “estaciones de consuelo” como una forma de mantener el contento entre sus tropas. La primera estación de consuelo se estableció en Shanghái en 1932; pronto estarían estaciones iguales estarían distribuidas por todos los territorios ocupados por el Imperio Japonés.



Las estaciones de consuelo eran prostíbulos establecidos para los soldados. En un principio fueron ocupadas por prostitutas japonesas que se habían ofrecido a sí mismas para el trabajo, pero debido a que la demanda de mujeres y de este tipo de establecimiento fue creciendo rápidamente, el gobierno japonés decidió tomar medidas mucho más que dudosas para poder satisfacer dicha demanda.

Se comenzó a reclutar mujeres a través de publicidad engañosa en las que se solicitaban meseras, enfermeras o simplemente mujeres para ayudar en las zonas de batalla sin especificar exactamente cuál sería su trabajo, ofreciendo grandes cantidades de dinero. Las mujeres que acudían a estos llamados eran llevadas fuera de su país de origen y forzadas a prostituirse en estaciones de consuelo. Este método de reclutamiento no fue suficiente para la demanda de mujeres, por lo que las tropas imperiales japonesas comenzaron a secuestrar mujeres, niñas, y se tiene constancia de incluso hombres jóvenes, para ser forzados a la prostitución. Estas prácticas continuaron durante todo la segunda guerra mundial.



Oficialmente, el gobierno había establecido un horario de 8 a 10 horas de trabajo para estas mujeres. Desde la mañana hasta las 6-7 de la tarde se atendían a todos los soldados, y luego de esa hora a los oficiales de alto rango. Sin embargo, en declaraciones hechas por mujeres que fueron utilizadas en estos prostíbulos, eran forzadas a trabajar día y noche, golpeadas, violadas y he incluso ejecutadas cuando se negaban a cumplir órdenes.

Luego de su derrota, las fuerzas militares imperiales destruyeron casi todos los documentos referentes a este tema por miedo a ser acusados de crímenes de guerra. La mayoría de las mujeres que tristemente tuvieron que pasar por esta situación, luego de la guerra se suicidaron, sufrieron problemas mentales y físicos (esterilidad) debido a los maltratos sufridos, así como también fueron amenazadas de muerte para ellas y sus familias si hablaban de lo sucedido. A pesar de esto, muchas de ellas, con el pasar de los años han levantado su voz para denunciar los atroces actos cometidos, aún cuando hasta el día de hoy existe una especie de censura por parte del gobierno japonés hacia reconocer sus actos. En un principio se negaban completamente a ello, y afirmaban que las mujeres de consuelo habían llevado a cabo estos trabajos por voluntad propia, pero tras años de demandas y pruebas que han salido a luz poco a poco han tenido que reconocer la verdad.



En 2015, Japón y Corea del Sur firmaron un acuerdo por el que el primero se comprometió a pagar 1.000 millones de yenes (unos US$8,3 millones) para compensar a las "mujeres de consuelo" sobrevivientes. Y si bien ningún dinero en el mundo recompensará lo que vivieron, el hecho de que el gobierno japonés acceda a pagar una indemnización  es un paso hacia adelante en la lucha de estas señoras porque el mundo sepa lo que han pasado, lo que fueron forzadas a hacer, que sean estos actos reconocidos como crímenes de guerra y se haga justicia por lo ocurrido.

El siguiente vídeo es una entrevista a una señora que sobrevivió a la experiencia de ser una mujer de consuelo y cuenta como vivió toda esta situación.


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